En las últimas cuatro décadas, Perú ha realizado avances sustanciales en sus indicadores de salud, destacándose un aumento de la esperanza de vida en 13 años, alcanzando los 72,4 años en 2022. La mortalidad infantil ha disminuido drásticamente, de 83 muertes por cada 1.000 nacidos vivos en 1980 a 11 en 2021; y la mortalidad materna se ha reducido a la mitad desde 2002. El documento de la OCDE afirma que dichos avances han sido facilitados por reformas clave, como la Ley Marco de Aseguramiento Universal en Salud que ha contribuido a lograr que el 97% de la población peruana cuente con algún seguro de salud.
Sin embargo, el sistema de salud enfrenta desafíos persistentes. La fragmentación y la falta de integración de los diversos subsistemas han generado desigualdades significativas en el acceso a la atención. En regiones como Puno, las necesidades médicas insatisfechas son casi el doble que en Lima, y las poblaciones indígenas enfrentan barreras aún mayores. La infraestructura de salud es insuficiente y los recursos se distribuyen de manera desigual entre las diversas zonas geográficas del país. El sistema de salud carece de coordinación efectiva entre EsSalud y el SIS, lo que genera ineficiencias y duplicación de servicios. Asimismo, existe una carga creciente de enfermedades no transmisibles y de la persistencia de enfermedades infecciosas, por lo que es necesaria la inversión en prevención y promoción de la salud.
A pesar de estos obstáculos, la OCDE reconoce que se están realizando esfuerzos para integrar y fortalecer la atención primaria, así como para mejorar la infraestructura y la gobernanza del sistema de salud. La pandemia de COVID-19 evidenció las vulnerabilidades del sistema, en particular en la respuesta ante crisis sanitarias. Aunque se han mejorado los planes nacionales de emergencia y la capacidad de respuesta, la implementación efectiva en las regiones sigue siendo un reto. Se requiere una mayor inversión en recursos humanos, infraestructura tecnológica y otras políticas para garantizar la resiliencia del sistema ante futuras emergencias.
En cuanto a la calidad de la atención, la OCDE identifica áreas de mejora en la gestión de datos de salud y en la estandarización de los servicios. Se están impulsando iniciativas para desarrollar una infraestructura de datos interoperable, lo que permitiría una mejor coordinación entre los distintos niveles de atención y una gestión más eficiente de los recursos. Además, si se optimizaran las adquisiciones farmacéuticas y se ampliase la disponibilidad de medicamentos genéricos, se reducirían costos y se mejoraría la accesibilidad a los tratamientos.
El futuro del sistema de salud en Perú dependerá de la consolidación de estas y otras reformas como la reducción de la fragmentación y la mejora de la calidad y el acceso a la atención en todas las regiones del país. Para ello, será esencial seguir aprendiendo de las mejores prácticas internacionales y fortalecer la cooperación multisectorial.
Referencia:
OECD. Estudios de la OCDE sobre los sistemas de salud: Perú 2025. Paris: OECD Publishing; 2025. Disponible en: https://www.oecd.org/es/publications/estudios-de-la-ocde-sobre-los-sistemas-de-salud-peru-2025_262a739e-es.htmlrg/es/publications/estudios-de-la-ocde-sobre-los-sistemas-de-salud-peru-2025_262a739e-es.html