Por Akemy Bustamante
El estudio “Pérdida de Productividad por Enfermedad: El Impacto Económico Oculto en Latinoamérica” muestra que las enfermedades restan en promedio un 3.5% del Producto Interno Bruto (PIB) a los países de la región latinoamericana, por pérdida de productividad laboral. Cifra sorprendente que urge prestar más atención a este problema oculto que afecta directamente a la economía de toda la región.
Cuando se pretende medir el impacto de la salud en la economía, a menudo nos centramos en los costos directos de la atención médica, como los gastos en hospitalizaciones, medicamentos y tratamientos. Pero no se pone atención a la pérdida de productividad laboral como un importante impacto de la enfermedad. Cada vez que un trabajador se ausenta por enfermedad, ya sea por una dolencia aguda o una condición crónica, el empleador se enfrenta a una disminución de la productividad. Esto se traduce en una reducción de los resultados esperados, retrasos en proyectos y, en última instancia, pérdidas económicas para la empresa y para la economía en su conjunto.
El impacto va más allá de las ausencias laborales. Incluso cuando los trabajadores asisten a sus puestos de trabajo estando enfermos, su rendimiento se ve comprometido; fenómeno conocido como «presentismo»; Es decir, aunque el trabajador esté físicamente presente, la capacidad para desempeñar sus tareas de manera efectiva se ve mermada por los problemas de salud que tiene.
El estudio realizado en Latinoamérica ha logrado cuantificar este impacto económico oculto de una manera sin precedentes. Este porcentaje puede parecer pequeño a primera vista, pero si lo traducimos a cifras absolutas, el impacto es realmente significativo. Por ejemplo, los estudios analizados revelan que la carga socioeconómica de siete enfermedades clave (cardiovasculares, neoplasias, enfermedad cardíaca isquémica, infecciones respiratorias bajas, cáncer de mama, diabetes tipo 2 y migraña) en América Latina es muy significativa, representando en promedio el 3,9% del PIB de la región. Bajo diferentes supuestos, se estima que las pérdidas económicas anuales oscilan entre $2,8 mil millones en Costa Rica y $135,9 mil millones en Brasil, equivalentes al 2,5% del PIB en Perú y al 15,7% en Argentina. Estos impactos varían según el país, siendo más pronunciados para neoplasias y enfermedades cardiovasculares que afectan a poblaciones más jóvenes, lo que genera mayores pérdidas de productividad a lo largo de la vida de los pacientes.
Amartya Sen, premio nobel de economía 1998, afirmó enfáticamente en la 52 Asamblea Mundial de la Salud (1999) que “el mejoramiento de la salud de la población debe aceptarse más o menos universalmente como uno de los grandes objetivos del proceso de desarrollo”. Mejorar la salud de la población debe ser una prioridad fundamental en el proceso de desarrollo, ya que tiene implicaciones directas en el bienestar económico y social de los países.
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