A fines de marzo, la Food and Drug Administration de Estados Unidos autorizó el uso de emergencia de la cloroquina e hidroxicloroquina a pesar que reconocía la falta de pruebas científicas y concluyentes sobre el efecto beneficioso que podían tener dichos medicamentos en el COVID-19. Sólo había hallazgos anecdóticos de sus probables beneficios. Ante la falta de herramientas farmacológicas para tratar la enfermedad, la FDA emitió dicha autorización asumiendo que los “potenciales beneficios de la cloroquina y del fosfato de hidroxicloroquina superan sus potenciales riesgos”.
Un mes y medio después, la FDA ha revocado tal autorización, basado en los siguientes argumentos:
- Es improbable que los tratamientos con cloroquina e hidroxicloroquina produzcan un efecto antiviral
- Anteriores observaciones sobre la “lentificación de la diseminación del virus no ha sido consistentemente repetida” y recientes datos no ofrecen diferencia en la conversión negativa entre el tratamiento con cloroquina/hidroxicloroquina y el tratamiento standard.
- “Actuales directrices de tratamiento no recomiendan el uso de la cloroquina/hidroxicloroquina en pacientes COVID 19 hospitalizados fuera de un ensayo clínicos”.
- “Recientes datos de un ensayo clínico controlado con muchas personas mostró que no hay evidencia del beneficio en la mortalidad y en otros resultados tales como estadía hospitalaria o necesidad de ventilación mecánica en pacientes COVID-19 hospitalizados”
Esta decisión de la FDA pone otra vez en el debate científico el uso de los medicamentos mencionados, así como los ensayos clínicos que continúa patrocinando la OMS. En el Perú, esos medicamentos se siguen usando y probablemente hay todavía algunas cuestiones no resueltas en los ensayos clínicos calificados hasta ahora publicados; por ejemplo, la efectividad de los medicamentos en las fases tempranas de la infección.