Por Akemy Bustamante
El 16 de abril de 2025, después de más de tres años de intensas negociaciones, los Estados miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) aprobaron el Tratado Pandémico, instrumento que debe reforzar la preparación y respuesta global ante futuras pandemias. Tiene como objetivo central mejorar la colaboración internacional, fortalecer los sistemas de salud y garantizar una respuesta más equitativa y eficiente frente a amenazas sanitarias globales. Las negociaciones comenzaron en diciembre de 2021, en plena pandemia de COVID-19, cuando la OMS convocó a sus Estados miembros para establecer el Órgano Intergubernamental de Negociación (INB), que trabajaría en la formulación del acuerdo. El borrador final aprobado se presentará a la 78ª Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2025, donde se decidirá si será adoptado por los países miembros de la organización.
Aunque el nuevo Tratado Pandémico de la OMS ha sido presentado como un logro diplomático, diversos expertos han señalado que el texto contiene vacíos importantes que limitan seriamente su impacto real. Una de las críticas más contundentes proviene del Third World Network, advirtiendo que el tratado no incluye compromisos obligatorios por parte de las empresas farmacéuticas para garantizar el suministro oportuno de vacunas, tratamientos o pruebas diagnósticas durante una emergencia sanitaria internacional. En efecto, el acuerdo depende de contratos voluntarios entre la OMS y los fabricantes, lo que deja abierta la posibilidad de que, en una próxima pandemia, los países ricos vuelvan a acumular estos recursos mientras otros quedan rezagados, como ocurrió durante la COVID-19.
Asimismo, el tratado no aborda apropiadamente el uso de licencias obligatorias para que los países en desarrollo puedan producir localmente o importar los productos médicos necesarios, una medida esencial para ampliar la oferta global y reducir la dependencia de las grandes farmacéuticas. Las propuestas impulsadas por el Grupo de África, que pedían licencias no exclusivas y sin regalías gestionadas por la OMS, fueron diluidas o postergadas para ser discutidas en un anexo futuro, sin garantías concretas de implementación. (TWN, 2025).
Otro punto débil del tratado es que no establece nuevas fuentes de financiamiento para apoyar a los países con menos recursos. En lugar de crear fondos específicos, se limita a recomendar el uso de mecanismos ya existentes y a promover “medidas de financiamiento innovadoras”, sin asegurar cómo ni cuándo estarán disponibles (The Lancet, 2025). Esta falta de claridad sobre la financiación pone en duda la capacidad de los países más vulnerables para aplicar las medidas previstas.
Finalmente, el acuerdo carece de mecanismos efectivos de cumplimiento y supervisión. Si bien se establece una Conferencia de las Partes (COP) para revisar la aplicación del tratado cada cinco años, sus recomendaciones no serán vinculantes. Además, cada país se autoevaluará en términos de preparación sanitaria, sin una autoridad independiente que verifique el cumplimiento o aplique sanciones ante posibles violaciones. Como advierte The Lancet (2025), “la falta de monitoreo independiente y mecanismos de aplicación sólidos significa que no hay consecuencias claras para los países que no cumplan con los términos”.
The Lancet celebró el tratado como un paso importante, pero también criticó el hecho de permitir que los países más ricos sigan teniendo el poder de decidir a quién se entregan vacunas o tratamientos, sin cambiar la lógica de desigualdad que ya vimos con el COVID-19. The Lancet calificó como “vergonzosas e injustas” algunas partes del texto, especialmente aquellas que no protegen a los países con menos recursos (The Lancet, 2025).
Este tratado es un paso necesario, pero todavía muy débil. Reconoce los errores del pasado, pero no previene su repetición. Si no se mejora y se hace más justo y exigente, podría convertirse en un documento con buenas intenciones, pero sin impacto real.
Si el mundo quiere estar preparado para la próxima pandemia, necesitamos acuerdos que aseguren acceso equitativo y rápido a vacunas y tratamientos, sin depender de la voluntad de los países ricos o las empresas farmacéuticas. La próxima Asamblea Mundial de la Salud tiene una oportunidad histórica para corregir estas fallas antes de que sea tarde.
Referencias:
The Lancet. (2025). The pandemic treaty: a milestone, but with persistent concerns. The Lancet, 405, 1555. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(25)00868-2
Third World Network. (2025, April 19). WHO: No Firm Commitments for Early Access or Production Rights in Pandemic Deal. TWN Info Service. https://twn.my/title2/health.info/2025/hi250409.htm
World Health Organization. (2025, April 16). WHO Member States conclude negotiations and make significant progress on draft pandemic agreement. https://www.who.int/news/item/16-04-2025-who-member-states-conclude-negotiations-and-make-significant-progress-on-draft-pandemic-agreement
UN News. (2025, April 16). Countries finalize historic pandemic agreement. https://news.un.org/es/story/2025/04/1538081