OMC: “ESTAMOS ELIGIENDO LA MUERTE”

Frase premonitoria de la Directora de ONUSIDA dos semanas antes que la Organización Mundial de Comercio (OMC) acordara suspender temporalmente las patentes de las vacunas para el COVID 19. Sólo los países en desarrollo pueden usar esta suspensión durante cinco años sin pagar regalías. Sudáfrica e India, apoyados por más de 100 países propusieron a la OMC en octubre del 2020 que se suspendieran no sólo las patentes de las vacunas y medicamentos, sino también otras protecciones de propiedad intelectual (PI) que posibilitaran aumentar la producción de tratamientos, pruebas diagnósticas y otras herramientas efectivas para contener la pandemia del COVID-19. Se proponía la suspensión de ciertos “derechos de autor”, “dibujos y modelos industriales”, “patentes” y “protección de la información no divulgada”. El objetivo era escalar la producción y proveer oportunamente a toda la humanidad de los insumos y equipos para contener la pandemia.
Las negociaciones han demorado casi dos años y la decepcionante decisión que ha tomado la OMC recientemente (17Junio) es una señal que se mantendrá la desigualdad en la distribución de tecnologías sanitarias en general, que cuando son monopolizadas, llegan a los que pueden pagar dejando de lado a los pobres. La demora en tomar esta decisión ha permitido que los monopolios de las vacunas sigan aumentando sus utilidades mientras seguían muriendo millones de personas. Cerca de 15 millones de personas han muerto por causas asociadas a la COVID 19 (OMS), la mayoría en los países y segmentos más pobres del planeta.
La suspensión de patentes de vacunas aprobada en la OMC es extremadamente limitada y, además, llega muy tarde, y no está acompañada de otras herramientas que facilitan la producción de tecnologías de salud. No basta con suspender las patentes; los países que tienen capacidad de producción requieren transferencia de tecnología, sobre todo cuando se trata de fabricación de nuevos productos. Más aún, aunque hay países que no han avanzado en su proceso de vacunación – Nigeria, Camerún y Libia, sólo han vacunado al 8%, 5% y 17% de su población, respectivamente – la demora en tomar una decisión en la OMC le ha hecho perder su relevancia. Se ha producido alrededor de 14 mil millones de dosis y ahora la demanda no justificaría la instalación e inversión de nuevas plantas de producción, teniendo en cuenta además que actualmente grandes fabricantes estarían dejando de producir por este motivo. La demora no ha sido casual.
La suspensión que ha aprobado la OMC es sólo para las vacunas contra la COVID 19. Los tratamientos, diagnósticos y otras herramientas quedan fuera del acuerdo. Es inaceptable que los tratamientos no lleguen a los pobres, mientras que las grandes farmacéuticas registran records de utilidades en estos tiempos de pandemia, ha declarado el Director General de la OMS. Una vez más es necesario recordar que vacunas como las de Moderna, Pfizer y Jansen & Jansen han sido desarrolladas gracias al multimillonario aporte de fondos públicos de Estados Unidos; lo mismo ha sucedido con Astra Zeneca en el Reino Unido. La gran industria farmacéutica ha asumido riesgos mínimos en este proceso.
Los países ricos y poderosos blindan el gran negocio del conocimiento monopolizado a través de las patentes y otros mecanismos del acuerdo ADPIC que beneficia, entre otras, a las grandes compañías farmacéuticas. La decepcionante decisión de la Organización Mundial de Comercio, es un llamado de atención a los gobiernos, sobre todo del Sur Global, para diseñar y poner en práctica nuevos modelos de investigación y desarrollo de tecnologías sanitarias que tenga en la base el esfuerzo colaborativo de centros de investigación en una dinámica de ciencia abierta. Esto sólo será posible con el concurso político y financiero de los países que podrán definir la agenda de investigación, desarrollando tecnologías farmacéuticas que correspondan a las necesidades de la humanidad y no para satisfacer la insaciable voracidad lucrativa de grandes corporaciones.
22 Junio 2022

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