La inequidad, como así se decidió.

Por Giorgio Alberto Franyuti Kelly

“Así se ha decidido”, una frase que comúnmente acompaña el golpe de un martillo empuñado por el o la presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas tras adoptar o aprobar una resolución internacional.

Así sucedió un 20 de septiembre del 2023 ante una muy difícil negociación de 3 reuniones de alto nivel en materia de salud ese año, la primera vez en la historia de las Naciones Unidas en donde la mitad de toda la agenda global era salud, la primera asamblea presencial donde se reabrieron las puertas al mundo a dialogar sobre nuestras diferencias, sobre nuestras similitudes, sobre nuestro futuro.

Es ahí cuando la Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre Prevención, Preparación y Respuesta Pandémica (PPPR) tomó lugar, después de una amenaza al consenso internacional encabezado por Rusia, Siria, Venezuela y otras 11 naciones, cuyo descontento de uso de lenguaje en las declaraciones políticas vulneraban las ideas y visiones de estas naciones, como por ejemplo, el reconocimiento de cese de fuego y apoyo a comunidades en conflictos armados, el respeto y protección de la propiedad intelectual, el uso de lenguaje encaminado al aborto y a derechos sexuales y reproductivos así como identidad de género, por lo cual, al no alcanzar consenso, ninguna declaración política saliera este año por el hartazgo de dicha porción de integrantes de la comunidad internacional ante una visión mercantilista y occidentalista de resolver nuestras diferencias, no obstante, el mismo día, horas antes de iniciada la serie de reuniones de alto nivel, lanza el martillazo y se llegó a consenso internacional, rindiendo dichos estados miembros las demandas solicitadas a negociar las modificaciones y ese día la humanidad adoptó la primera declaración internacional en materia de Preparación, prevención y Respuesta frente a pandemias (PPPR) amenazada por un mar de diferencias cuando SARS-COV-2 no distingue de razas, etnias, género o alineaciones políticas.

Recuerdo cuando fui parte de su primera negociación interna a la luz de la publicación del Zero Draft, una mañana en la que leí con desagrado y severo disgusto un manuscrito que no hacía una sola mención de los trabajadores de la salud, del equipo de protección personal, de grupos vulnerables o incluso, de las mujeres, un manuscrito que pasó por decenas de cabezas en la escena internacional y ninguno consideró a los países de medianos, medianos bajos y bajos ingresos como un actor relevante, más bien como un actor a relevar.

Mi preocupación no nace de que la alianza de decenas de organizaciones de la sociedad civil inundamos a las misiones permanentes para exigir la inclusión y excluir la desigualdad pues lo logramos, la modificamos profundamente, mi preocupación yace en que esta declaración política no es legalmente vinculante, el tratado pandémico, como el reglamento sanitario internacional si lo son, la única diferencia es que en la primera, la sociedad civil organizada de las américas si pudo participar en el monitoreo, evaluación e implementación de la misma, mientras que el primer tratado de la humanidad en manejo de pandemias es excluyente desde su primera negociación y celoso de la participación de la sociedad civil, pues bien es cierto que muchos puntos en el INB favorecen enormemente a la industria farmacéutica del norte global y del occidente, a la sociedad civil no se le permite ni poner un acento.

La frustración de encontrar una comunidad internacional severamente desconectada de la implementación directa de lo que escribe es un peligro para la misma, pues alguien que jamás vió a la pandemia a los ojos nunca pensaría en el personal de salud o en exigir la bioseguridad y la creación de procesos que protejan la misma de la población general y de lo trabajadores de salud de primera y segunda línea, del acceso a medicamentos y biológicos de calidad en situación de emergencia y de su manufactura local, no, eso no es lo que se escribió ahí, se escribió acerca de invitar a las naciones a considerar financiar esfuerzos que ronden la PPPR y esto es una ofensa a las millones de personas que perdieron la vida por la apatía científica, la avaricia y la inacción.

En estos momentos críticos del INB 8 ante el cierre y conclusión del Tratado Pandémico la sociedad civil sigue amordazada, oprimida y sin oportunidad de insertarse a la negociación, pues aquellos que nunca vieron a la pandemia a los ojos, decidirán que hacer con la siguiente que posiblemente nos los cierre para siempre.  

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