Las desigualdades al acceso a tratamientos y vacunas siguen siendo un obstáculo, especialmente para los países en desarrollo, mientras que los productos sanitarios se concentran en las naciones más ricas. Estas disparidades evidencian la necesidad de un cambio estructural que el Acuerdo Pandémico y las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional (RSI) buscan abordar.