La pandemia del COVID-19 mostró una vez más que la apropiación de los conocimientos a través de patentes y otras protecciones de la propiedad intelectual, es un serio obstáculo para distribuir equitativamente las herramientas para enfrentar problemas sanitarios: pruebas diagnósticas, medicamentos, vacunas, equipos de protección personal y de soporte clínico entre otros.
Las patentes crearon monopolios que decidieron cómo y adónde llegaban las vacunas. Los países ricos fueron los primeros en beneficiarse; tenían contratos adelantados de compra y podían pagar fácilmente los altos precios impuestos por las farmacéuticas acaparando cantidades de dosis más allá de lo que necesitaban. A enero 2023, África sólo tenía el 35 % de su población con al menos una dosis. Las grandes empresas farmacéuticas impusieron precios altos y contratos abusivos a todos los países compradores que actuaron individualmente y sin iniciativas para articular compras conjuntas al lado del fracaso de los organismos multilaterales por lograr una distribución equitativa, incluido el mecanismo COVAX/OMS. Las empresas maximizaron el lucro: el 2022 Pfizer facturó más de US$ 100 mil millones; su vacuna contra el COVID-19, aportó con más de 37 mil millones. El beneficio neto de la empresa en ese año fue más de US$ 31 mil millones, cinco veces el presupuesto del MINSA Perú del 2022.
Las patentes afectan el desarrollo de la ciencia al otorgar exclusividad sobre el uso de conocimientos que impide a otros avanzar sobre ellos. El esfuerzo científico colaborativo, la ciencia abierta, no está en los planes de la gran industria farmacéutica. Con las patentes, las posibilidades de escalar la producción de tecnologías sanitarias son restringidas, circunstancia de extrema gravedad cuando se trata de herramientas efectivas. En plena pandemia, los países del norte, sede de las empresas titulares de las patentes se opusieron tenazmente a la suspensión de las patentes solicitada por más de 100 países en la Organización Mundial de Comercio (OMC) que luego de casi dos años de discusiones, tomó una decisión decepcionante, rechazando la solicitud y “facilitando” la aplicación de licencias obligatorias y otros mecanismos que ya existían en los tratados globales que rigen la propiedad intelectual. Todo parece indicar que en próximas pandemias u otras emergencias esa será la pauta. Para la gran industria la propiedad intelectual no se toca.
Las grandes empresas controlan los procesos de investigación y desarrollo (I&D) de tecnologías sanitarias, creando y fortaleciendo exclusividades de uso de los conocimientos que se adquieren por múltiples esfuerzos individuales y colectivos, incluido el financiamiento público, con consecuencias desastrosas para la salud pública global. Las nuevas tecnologías sanitarias disponibles a precios monopólicos solo llegan a quienes pueden pagarlos. El conocimiento secuestrado impide el ejercicio pleno del derecho de todas las personas a gozar de los beneficios que resultan del progreso científico y que los estados deben garantizar.
La desarticulación de los países del sur para enfrentar la pandemia del COVID-19 debe ser superada en la preparación para próximas emergencias globales y regionales. El Perú debe fortalecer la articulación con otros países de la región de América Latina y el Caribe tendiendo puentes con otras regiones del sur global para ampliar la capacidad de investigación y desarrollo de nuevas tecnologías y para absorber transferencias tecnológicas que incrementen las capacidades de producción farmacéutica. La OMS/OPS deben facilitar el desarrollo de iniciativas en dichos campos para la creación de centros regionales de I&D y de producción de tecnologías farmacéuticas. Esto permitirá tener una agenda propia que responda a los requerimientos de la salud pública regional que no es el interés de las grandes farmacéuticas que controlan el mercado farmacéutico mundial. Asimismo, los organismos de integración regional y sub regionales deben establecer órganos y procedimientos que activen respuestas conjuntas de los países. Actualmente hay problemas con el dengue, entre otros, en varios países de la región que permitiría ensayar ese tipo de respuestas.
Más información en: www.redge.org.pe
Artículo publicado en La República el jueves 26.10.2023 | Año 42 | Número 15.267