La pandemia evidenció la disparidad entre países ricos y pobres en la adquisición de vacunas, considerada un “fracaso moral catastrófico”[1] por la Organización Mundial de la Salud, por lo que los países más pobres buscan volverse más autosuficientes tras la experiencia de depender de otros productores.
En Sudáfrica, la lucha se centra en la bedaquilina, crucial para tratar formas resistentes de tuberculosis. Activistas han protestado contra los esfuerzos de Johnson & Johnson para proteger su patente, lo que llevó a la retirada de esta en más de 130 países después de investigaciones sobre políticas de precios. En Colombia, el gobierno está en proceso de emitir una licencia obligatoria para el medicamento contra el VIH dolutegravir, desafiando a la farmacéutica Viiv Healthcare.
Aunque estos movimientos son considerados positivos, algunos expertos enfatizan la necesidad de cambios más profundos para que los países pobres produzcan sus propios medicamentos y vacunas. La experiencia pasada de Sudáfrica durante la epidemia del VIH, donde la suspensión de patentes permitió un acceso más amplio a los medicamentos, sirve como ejemplo. Sin embargo, se señala que las leyes de propiedad intelectual en Sudáfrica aún no han cambiado lo suficiente, facilitando a las farmacéuticas adquirir patentes.
A pesar de los desafíos, la lucha contra las grandes farmacéuticas es vista como un paso crucial para lograr la igualdad en el acceso a tratamientos y vacunas en África y otros países en desarrollo.
[1]https://apnews.com/article/bedaquiline-dolutegravir-tuberculosis-hiv-south-africa-0f6de15ea57279b699c147c015b23c02